Disciplina, Crianza y Educación Conscientes: Es hora de cambiar el enfoque
En este nuevo artículo del blog me gustaría presentaros a Mona Delahooke, doctora en psicología con más de 30 años de experiencia en el acompañamiento a niños y familias, y miembro senior de la Fundación Profectum, organización dedicada al apoyo de familias de niños, adolescentes y adultos neurodivergentes.
La Dra. Delahooke, además de haber dedicado su carrera profesional a promover un enfoque compasivo basado en las relaciones y la neurociencia, es la autora de un libro imprescindible que ha tenido una excelente acogida en Estados Unidos y que en breve verá la luz en español, "Beyond Behaviors: Using Brain Science and Compassion to Understand and Solve Children's Behavioural Challenges".
La primera vez que escuché una de sus conferencias me cautivó su entusiasmo, su calidez y su increíble facilidad para expresar de forma clara y concisa conceptos tan profundos y complejos como los de la Teoría Polivagal del Dr. Stephen Porges. Su presencia emanaba tal compasión y compromiso hacia la infancia que quise saber más y me formé con ella. Su enfoque profesional ha enriquecido tanto mi trabajo y mi maternidad que ahora me gustaría compartirlo con vosotros.
Con permiso de Mona, voy a ir publicando distintos artículos (o extractos) de su blog para que su mensaje pueda llegar a más familias, educadores y profesionales relacionados con la infancia. Y de este modo, favorecer ese necesario cambio de paradigma basado en la conexión, co-regulación y seguridad sentida.
Os dejo con su artículo:
"(...) Ahora sabemos por la ciencia del cerebro y del desarrollo que hay algo más fundamental que la enseñanza o la disciplina. Se llama co-regulación emocional. El cambio que propongo es entender que la co-regulación emocional (apoyar el viaje emocional del niño que causa el comportamiento problemático) es el nuevo paradigma.
Mientras que los time-outs ("tiempo fuera" o "tiempo de reflexión" en español) fueron un gran avance frente a métodos corporales como los azotes, se basan en una falsa asunción: que todos los comportamientos son motivados e incentivados y, por tanto, susceptibles de convertirse en lecciones para los niños. Es una asunción falsa porque muchos comportamientos infantiles no son el resultado de un comportamiento malintencionado o deliberado, sino respuestas instintivas al estrés. Cuando los niños no se sienten conectados con adultos afectuosos que reduzcan su percepción subconsciente de amenaza, van a experimentar respuestas de estrés que a menudo tomarán la forma de comportamientos problemáticos.
El paradigma y enfoques convencionales asumen que todos los comportamientos son incentivados y motivados, en lugar de instintivos y orientados a la búsqueda de seguridad. Cuando miramos los comportamientos desde un prisma de búsqueda de seguridad, nos damos cuenta de que calmar al niño a través de interacciones sensibles (co-regulación emocional) es la respuesta, en lugar de determinar consecuencias (por el comportamiento).
A menudo fallamos al plantear la cuestión más importante en lo que se refiere a la disciplina: ¿es éste un comportamiento problemático intencionado o una respuesta al estrés del sistema nervioso autónomo? Si es una respuesta al estrés, entonces cualquier técnica que culpabilice al niño y sus intenciones será inefectiva. ¿La razón? Todas las técnicas que degradan el sistema de conexión social aumentan el estrés del sistema nervioso autónomo. Muchos programas de crianza sugieren los time-outs cuando los comportamientos de los niños aumentan en su severidad o el niño no responde al refuerzo positivo. Al contrario, en el cambio que propongo, el hecho de que el comportamiento del niño aumente en su severidad es un signo de que el niño necesita más conexión y no menos.
Yo respestuosamente sugiero que muchos programas de crianza populares "basados en la evidencia" trabajan desde un modelo simplista que mide la obediencias y otros signos exteriores de progreso, fáciles de medir, pero se olvidan de la fisiología del niño. Un niño puede parecer más obediente después de un time-out, pero probablemente también esté más estresado internamente.
Entonces, ¿qué podemos hacer para actualizar las prácticas de crianza con respecto a los comportamientos disruptivos? Sustituirlas con herramientas que son inclusivas con el impulso humano de sentirnos seguros. El mensaje para profesores, educadores y padres: En lugar de intentar eliminar los comportamientos indeseables, deberíamos cambiar nuestro paradigma de la obediencia a la seguridad fisiológica. Como psicóloga clínica, he constatado que la percepción subconsciente de amenaza subyace en la mayoría de comportamientos disruptivos, y la solución no está en los time-outs (o prácticas similares), sino en la conexión social. Como Alexander den Hiejer dice, "Cuando una flor no florece, arreglamos el ambiente en el que crece, no la flor""
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