Funciones Ejecutivas y Niños Neurodivergentes

19.12.2024

Hoy, en este post del blog de Crianza con Conexión, me gustaría hablar sobre las funciones ejecutivas y los retos y desarrollo asincrónico de estas funciones en los niños y niñas neurodivergentes.

Todos tenemos cerebros únicos, pero es importante entender que la neurodivergencia hace referencia a personas con cerebros que piensan, aprenden y procesan la información recibida a través de sus sentidos de una forma diferente a la mayoría. La neurodivergencia viene con fortalezas maravillosas, pero también con una serie de retos que es preciso conocer y reconocer si trabajamos con niños y queremos que nuestros entornos, espacios y aulas sean respetuosos e inclusivos. 

La existencia de retos no detectados ni abordados en las funciones ejecutivas puede derivar en muchas dificultades a la hora de realizar tareas básicas necesarias en el día a día, lo que obstaculiza el aprendizaje óptimo y el desarrollo del potencial máximo del niño.

Pero... ¿Qué son las funciones ejecutivas?

Las funciones ejecutivas hacen referencia a la capacidad del cerebro, en concreto de la corteza prefrontal, para ejecutar tareas complejas en nuestro día a día en casa o en el colegio: escribir, hacer un examen, organizar los apuntes, hacer los deberes, ocuparse de tareas domésticas, ordenar la habitación y realizar actividades no favoritas. Y ésta última es importante, ya que las funciones ejecutivas no suelen resultar problemáticas cuando son cosas divertidas o algo que la persona quiere hacer. 

Los problemas y los retos relacionados con las funciones ejecutivas van a impactar en la calidad de vida, porque necesitamos poder ejecutar distintos tipos de tareas para ser felices, estar sanos y alcanzar nuestros sueños y objetivos. Tareas cotidianas como trabajos de la escuela, jugar con otros niños, seguir directrices, ordenar la habitación, hacer las tareas domésticas, seguir rutinas de higiene personal, encontrar un trabajo y mantenerlo requieren de nuestras funciones ejecutivas. De ahí que sea tan importante entender qué son, qué tipos de funciones cerebrales implican y cómo fortalecerlas en los niños.

Por eso, vamos a empezar por describir los distintos tipos de tareas que debe ejecutar nuestro cerebro para poder funcionar bien en nuestro día a día: 

1. ORGANIZAR:  debemos poder organizar nuestros bolsos, mochilas, apuntes, trabajos, presentaciones, pupitres, habitaciones, nuestras ideas cuando escribimos o cuando pensamos. 

2. PLANIFICAR: debemos poder planificarnos y gestionar nuestro tiempo, saber el nivel de energía y el tiempo que necesitamos para completar actividades cotidianas como preparar la mochila, prepararse para salir de casa y llegar al colegio o al trabajo, hacer un examen, hacer un trabajo, y organizar viajes, vacaciones o actividades en las que se quiera participar. 

3. PRIORIZAR: la corteza prefrontal del cerebro nos ayuda a priorizar los asuntos importantes sobre aquellos que, aunque nos apetezcan por la gratificación inmediata, no son apropiados o adecuados en un determinado momento. 

4. CONCENTRACIÓN Y ATENCIÓN: nos permite enfocarnos en lo que tenemos que hacer sin distraernos o dejarlo de lado por la aparición de otros estímulos más llamativos. 

5. MOTIVACIÓN INTRÍNSECA para comenzar a hacer las cosas, especialmente, cosas que debemos hacer y no nos apetece mucho, evitando la tentación de postponerlas, no hacerlas o  de"dejarlas para un indeterminado "más adelante"".

6. PERSISTENCIA: poder continuar una tarea hasta terminarla, incluso cuando surgen algunos retos o imprevistos. 

7. TRANSICIONES: poder cambiar de una actividad a otra de forma efectiva y relajada. 

8. TOMA DE DECISIONES: poder tomar buenas decisiones, meditadas, apropiadas para las circunstancias es fundamental en nuestro día a día para sentirnos bien, fluir en nuestras sociales, cuidar y nutrir las relaciones que nos importan y transitar un camino que nos vaya acercando a nuestros objetivos. 

9. MEMORIA DE TRABAJO: poder almacenar temporalmente (a través de estrategias visuales o verbales) la información y los detalles importantes que necesito para completar tareas o realizar distintas actividades. 

10. DETALLES: recordar y ser capaces de manejar detalles importantes necesarios para realizar las cosas. 

11. INTROSPECCIÓN/AUTOCONCIENCIA: poder reflexionar de una forma realista sobre nuestras fortalezas, retos y debilidades, y detectar qué estrategias, comportamientos y patrones nos funcionan (o no), y cómo podemos cambiarlos es esencial para crecer y mejorar como persona, tener relaciones sanas y constructivas y mejorar nuestro rendimiento laboral o escolar. 

12. AUTORREGULACIÓN: las funciones ejecutivas tienen muchísimo que ver con la autorregulación, con la capacidad de regular pensamientos, emociones y acciones para poder cumplir objetivos y satisfacer nuestras necesidades y deseos tanto en el largo como en el corto plazo. Cuando tenemos retos en nuestra capacidad de autorregulación, nuestra vida cotidiana a nivel social, emocional y cognitivo se complica y dificulta sobremanera. 

Las funciones ejecutivas se van desarrollando con nuestras interacciones sociales y nuestras actividades cognitivas hasta los 25-30 años, y lo hacen de manera adecuada cuando hay un acompañamiento respetuoso hacia los niños y las niñas por parte del adulto, un apoyo dedicado, individualizado y consciente según las particularidades y necesidades de cada niño, y cuando se potencia el desarrollo de la capacidad introspectiva y la conciencia y conexión con el propio cuerpo, emociones, pensamientos y acciones. 

Los niños neurodivergentes van a presentar más retos con sus funciones ejecutivas y van a necesitar más apoyo para desarrollarlas de una forma equilibrada que les permita tener una buena calidad de vida, desarrollar al máximo sus capacidades, conocerse mejor, elegir las estrategias más adecuadas para su bienestar físico, emocional y mental, y poder establecer relaciones sociales sanas y nutritivas.  

¿Y cómo sabemos si hay retos en las funciones ejecutivas?
Cuando las funciones ejecutivas tienen un desarrollo asincrónico podremos observar falta de control de impulsos, falta de atención (incluso para sus actividades favoritas), rigidez en los patrones de pensamiento y dificultad en las transiciones, dificultad para identificar sus emociones y sensaciones corporales, retos y dificultades para iniciar actividades pese a saber qué hay que hacer y cómo se debe hacer, problemas para organizar sus cosas y espacios personales, para recordar información y lo que tiene que hacer, para seguir instrucciones y completar tareas, para planificar con antelación, para autoevaluarse y ajustar aquello que deberían para mejorar su desempeño y para cumplir los pasos necesarios en la ejecución de una determinado plan. 

No todos los niños van a tener todos estos retos relacionados con las funciones ejecutivas, pero es necesario reconocer dónde surgen las dificultades con el fin de poder abordarlas. 

¿Qué estrategias nos pueden ayudar mejorar las funciones ejecutivas de nuestros niños?

1. Usar horarios y planificadores visuales para que estén organizados y claros los pasos a seguir en las situaciones que pueden resultar más difíciles para los niños. Pueden ser escritos o con imágenes, según la preferencia de los niños.

2. Aprender a tocar un instrumento musical: crear diferentes ritmo y patrones con tambores para empezar, y luego ir incrementando la dificultad. 

3. Juego de atención y juegos de conciencia sensorial: prestar atención a colores, formas, sonidos, texturas, olores, sabores a través de distintos juegos...

4. Juegos de lógica: sudokus, sopa de letras, búsqueda de diferencias, laberintos... 

5. "Brain breaks" y mindfulness:  breves pausas conscientes y multisensoriales en los que los niños puedan practicar movimientos y respiración consciente para regular su estado corporal y su nivel de energía, con el fin de que aprendan cómo ayudar al cerebro a relajarse para poder luego concentrarse mejor en las tareas a realizar. 

6. Juego simbólico relacionado con sus intereses en los que tienen que organizar, preparar y ofrecer algún producto o servicio. 

7. Carreras de obstáculos que motiven a realizar movimientos diferentes, tocar texturas variadas y descubrir varios caminos diferentes para llegar a la meta. 

8. Juegos de educación emocional para que aprendan a escuchar a su cuerpo, identificar emociones y sensaciones, y descubrir elementos y actividades que les ayuden a regularse en los momentos en que sienten ansiedad, enfado, nerviosismo o preocupación. 

9. Descanso, dormir bien, dieta nutritiva para el cuerpo y hacer mucho ejercicio. 

10. Dividir en pasos más pequeños y sencillos las tareas pendientes de realizar para que el niño no se sobrepase. 

11. Marcarse metas alcanzables y celebrar los pequeños éxitos, para continuar avanzando a partir de ahí, paso a paso, pero sin perder de vista el objetivo. 

12. Cultivar y nutrir una mentalidad positiva y de crecimiento: no estamos hablando de positividad tóxica, sino que potenciar la capacidad de ver las cosas que funcionan y apoyarse en ellas, junto con un diálogo interno constructivo. 

13. Corregulación de las emociones y del nivel de energía del niño: Ser una presencia regulada y reguladora para el niño (como nos sugieren los impulsores de la Teoría Polivagal), una presencia percibida como segura, predecible, sensible y empática por el niño. La corregulación es CRUCIAL para el desarrollo y fortalecimiento de las funciones ejecutivas; un prerresiquito ineludible para el desarrollo adecuado de la autorregulación. 

14. Y Naturaleza, mucha naturaleza. Pasar tiempo en la naturaleza no sólo mejora nuestra salud física y mental, sino que potencia la imaginación, la creatividad, la conexión con la vida, desarrolla nuestra memoria, atención y concentración, potencia la conexión con nuestro cuerpo y nuestros sentidos, y favorece la regulación emocional. Por tanto, es un recurso maravilloso, con infinidad de beneficios para toda la familia que, además, apoya en el desarrollo y fortalecimiento de las funciones ejecutivas de nuestros niños y adolescentes. 

Estas actividades deben ser placenteras y divertidas para los niños, y se deberían incorporar en la rutina familiar diaria acompañados de mucha conexión, alegría y disfrute compartido.

¿Y qué cosas pueden empeorar nuestras funciones ejecutivas?

1. Mala alimentación con muchos procesados, azúcar y estimulantes. 

2. Falta de movimiento y ejercicio.

3. Problemas de sueño y exceso de pantallas.

4. Multitasking.

5. Estrés y sobrecarga sensorial, emocional y cognitiva. 

6. Falta de apoyo o no pedir ayuda cuando la necesitas. 

7. Caos, impredictibilidad y falta de rutinas. 

En definitiva, el cerebro, gracias a su plasticidad, puede cambiar durante toda la vida a base de repetición de las estrategias que nos ayudan y cuando existe conexión con personas que nos hagan sentir seguros, vistos, escuchados, queridos y aceptados. Por eso, nuestros niños neurodivergentes nos necesitan, necesitan que nos informemos, que les ayudemos a superar sus retos y a fortalecer aquellas áreas en las que se encuentran con más dificultades. 

Y que recordemos siempre que si los niños no hacen lo que les pedimos que hagan, no es porque no quieran sino porque no pueden, porque o bien están muy desregulados o bien porque no tienen todavía las habilidades necesarias para hacerlo.

Pasito a pasito, con mucho amor, con mucha paciencia, con mucha conexión y sin perder de vista la certeza de que nuestro apoyo incondicional y nuestra corregulación durante sus momentos más difíciles les permitirá convertirse en la mejor versión (y la más equilibrada) de sí mismos.


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